E ratón

27.10.2024

¡Pero qué descaro! Twurky, un gato de dignidad y altura, se encuentra frente a un maldito ratón en su propia casa. Así es, un invasor peludo y ridículo que se pasea con la misma libertad que si fuera el dueño del lugar. No sólo eso: el ratón se atreve a mirarlo, a desafiarlo, como si este fuera su territorio. ¡Inaudito!

Twurky siente cómo los pelos de la cola se le erizan y sus garras asoman. Y no, no es por el instinto de caza, es por el atrevimiento. Aquí, en su hogar, donde reina como un verdadero emperador, se supone que él debería sentirse tranquilo, respetado. Pero no, ahora tiene que lidiar con este personaje que se cuela como si fuera de la familia.

Los humanos miran con expectativa, esperando una escena típica de gato y ratón. "¡Ah, claro! —piensa Twurky, irritado— quieren que yo me rebaje a cazar como si fuera un vulgar felino". Pues no, él es Twurky, y tiene estándares. No se le da la gana de revolcarse ni de correr detrás de un miserable roedor. Pero claro, el ratón sigue desafiándolo y, muy a su pesar, siente el peso de su "deber" como el guardián de la casa.

Finalmente, Twurky se queda observando con ojos fulminantes, evaluando al intruso como si el mismísimo juicio final dependiera de ello. ¿Capturarlo? ¿Espantarlo? No. En su enojada reflexión, decide que no necesita demostrarle nada a nadie. Así que, con el rabo bien alto, se aleja. "Que mis humanos lo resuelvan si tanto les importa", se dice, mientras se acomoda en su trono, mirando de reojo al ratón para que no olvide quién manda en esta casa.

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