El sofá
07.09.2024

Artículo: "La Tristeza de Twurky: Un Sofá Perdido, Un Nirvana Encontrado"
Por Twurky, el Gato Blanco de Ojos Azules con Orejas Amarillas Tostadas**Hoy es un día que recordaré por mucho tiempo, aunque no estoy seguro de si será con nostalgia o tristeza. Todo comenzó cuando mis humanos tomaron una decisión drástica, una que cambió mi mundo: se llevaron mi sofá predilecto. Sí, ese que había moldeado a la perfección con mis siestas interminables y mis horas de estiramiento felino. Ya saben, el que siempre estaba ahí, justo en el rincón perfecto donde podía observarlos, pero también desaparecer a mi antojo. ¡Ahora se ha ido, y me siento... vacío!
El Dolor de la Pérdida
Es difícil expresar lo que sentí al ver a mis humanos arrastrar ese sofá fuera de la casa. Fue como si una parte de mí se fuera con él. Ahí estaban, con una sonrisa, hablando de un "nuevo comienzo", mientras yo me sentía traicionado. Mi sofá no era solo un mueble, ¡era un refugio, un santuario! Nadie entendía el apego que teníamos, cómo la tela gastada me abrazaba de manera que ningún otro lugar podría.Miré con desesperación. ¿Cómo podían ellos seguir adelante tan fácilmente? Me senté en el rincón vacío, sin comprender del todo lo que había sucedido. Mi rincón, mi espacio, había desaparecido en un instante.
La Llegada del Intruso
Después de lo que parecieron horas de abandono emocional, la puerta se abrió nuevamente. Esta vez, un nuevo sofá. Uno que no tenía las marcas de mis garras ni el olor de mis siestas. Era más grande, más brillante, y para mi sorpresa, mis humanos parecían encantados. Yo, en cambio, lo miré con desconfianza. No podía reemplazar lo que había perdido.Me acerqué lentamente, olisqueando este nuevo intruso. Me sentí incómodo, sin saber si alguna vez llegaría a sentirme en casa en ese lugar. ¿Cómo podría este sofá frío y sin vida compararse con mi antiguo refugio?
El Rayo de Esperanza: Un Nuevo Comienzo
Pero algo extraño sucedió. A medida que me acercaba más al nuevo sofá, noté que estaba estratégicamente colocado frente a la ventana. Una ventana que daba a la calle, donde el sol de la mañana iluminaba cada rincón del sillón. Me subí, no con confianza, sino con curiosidad.Al principio, me sentí fuera de lugar. Todo era diferente. Sin embargo, mientras me acomodaba y observaba el paisaje que se desplegaba ante mí, algo dentro de mí empezó a cambiar. Podía ver a la gente pasar, los coches moverse, y los pájaros que volaban justo al alcance de mi vista. El calor del sol en mi pelaje me hizo sentir algo parecido a la paz.
Fue en ese momento cuando comprendí que, aunque mi antiguo sofá se había ido, había encontrado algo nuevo, algo que se parecía al nirvana. Esa ventana, ese nuevo lugar, no reemplazaba lo que había perdido, pero me ofrecía una nueva perspectiva, una nueva forma de ver el mundo.
Un Final Inesperado
Mis humanos, como siempre, no entendieron la magnitud de lo que había ocurrido en mi mundo felino. Pensaron que todo estaba bien porque había aceptado el nuevo sofá. Pero lo que ellos no saben es que, aunque me tomó tiempo, logré encontrar una especie de consuelo en ese nuevo espacio. Me acomodé, no por ellos, sino porque descubrí que, a veces, los cambios traen sorpresas inesperadas.Hoy, mientras me recuesto en mi nuevo trono frente a la ventana, miro hacia el sol y pienso: quizás no sea el fin del mundo. Quizás este nuevo sofá no sea tan malo. Después de todo, un poco de sol y una buena vista pueden ser lo más cercano a la perfección que un gato como yo puede pedir.
