La noche es nuestra
17.09.2024

Noches Felinas: La Gran Escapada
Ah, la noche... ese momento perfecto cuando los humanos finalmente se van a la cama, convencidos de que todo está bajo control. Lo que ellos no saben es que justo cuando apagan las luces, comienza mi gran aventura. Y sí, humanos, no te has dado cuenta, pero en cuanto escucho ese último ronquido, ¡yo, Twurky, salgo de la casa como un ninja felino!Todo comienza con mi habitual chequeo de la puerta. La misma que mi humano piensa que ha cerrado bien, pero... ¡ja! Un pequeño empujoncito, una hábil patita bien colocada, y estoy fuera. Claro, siempre en silencio, porque el arte de la furtividad lo llevo en la sangre.
Ya fuera, el vecindario es mío. La brisa fresca de la noche acaricia mi pelaje blanco mientras me deslizo entre los arbustos. Un gato blanco como yo bajo la luna parece un espectro, un rey de la oscuridad. De vez en cuando, me encuentro con otros felinos que, al igual que yo, han escapado de sus casas. Nos intercambiamos miradas, a veces un par de bufidos, y seguimos nuestro camino. Cada uno con su misión secreta.
Primero, la inspección de los techos. Nada dice "aventura" como trepar sigilosamente por las casas, donde la vista es perfecta para observar lo que realmente sucede en el vecindario. Desde aquí, veo todo: el perro del vecino, dormido y roncando (patético); otro gato blanco como yo, probablemente uno de esos "clones" de los que ya he hablado, husmeando por la calle; y, por supuesto, las luces de la casa de mi humano, apagadas y tranquilas, como si ellos supieran lo que estoy haciendo.
Mi parte favorita de la noche: el mercado nocturno de basura. Los humanos piensan que han guardado todo bien, pero la verdad es que siempre hay algo interesante por descubrir. Un trozo de pollo olvidado, o tal vez esa latita que ellos creen vacía. Puedo oler la tentación desde kilómetros. Mi humano jamás se imagina que mientras duerme profundamente, yo me doy banquetes gourmet.
Pero, como todo gran espía, debo regresar antes de que alguien note mi ausencia. La vuelta a casa es igualmente sigilosa. Me deslizo de nuevo por la puerta, doy un par de vueltas por la sala para que quede el rastro de mi presencia (solo por diversión), y me acomodo en mi sitio habitual como si nada hubiera pasado.
Así que, querido humano, cuando me veas por la mañana, relajado en mi sillón predilecto, no te engañes. Mientras tú soñabas con no sé qué cosas aburridas de humanos, yo estaba viviendo mi mejor vida, fuera de casa, desafiando la noche. Y tú, ni te enteraste.
¿Qué pensabas? ¿Que pasaría toda la noche en mi cama como un peluche? Por favor... soy Twurky, el rey de la escapada.